Hubo una época en que Need for Speed nos voló la cabeza, en especial cuando adaptó su propuesta Arcade para ofrecer un juego inspirado en las carreras callejeras, los arrancones, el tuning de vehículos. NFS Underground era nuestro Rápido y Furioso, alejado de la especialización de los simuladores y burlándose con actitud fanfarrona de los juegos de carreras de origen deportivo.