Uno de los principales argumentos que puso Sony sobre la mesa para oponerse a la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft fue la posibilidad de que la compañía norteamericana aprovechara la operación para convertir a Call of Duty en exclusivo de su ecosistema. La franquicia FPS es la third-party que más dinero genera para PlayStation y Jim Ryan insistió públicamente en el riesgo de que esto sucediera. Sin embargo, parece que en privado el jefe de PlayStation piensa otra cosa.
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