Ejercitarse no es un lujo, y tampoco es cuestión de edad, se trata de ser congruentes con un estilo de vida integral, que colabore en nuestra salud física y mental, sin importar la edad.
Muchas veces cometemos el error de pensar que realizar una rutina de ejercicio es privativo de los adolescentes o los adultos jóvenes, pero no es así, ya que a cualquier edad es indispensable realizar actividades físicas de forma regular.
La edad no es condicionante para realizar ejercicio, sin embargo si es factor determinante cotidiana junto al sexo, peso, historial clínico y estado de salud; para elaborar un programa de acondicionamiento físico.
Es importante recordar que la actividad física por sí misma no es garantía de una mejora sustancial en nuestra salud y apariencia, ya que para serlo debe representar un reto para nuestro cuerpo, en el que consumamos energía y tonifiquemos nuestros músculos por medio del trabajo intenso y la constancia.
En la infancia y la adolescencia, el desarrollo de nuestro cuerpo nos permite mantener un ritmo elevado de actividad física, que compensamos con el consumo de carbohidratos y azúcar, como parte de la dieta básica.
Una vez que nuestro cuerpo alcanzó su máximo desarrollo, comenzamos a reducir la intensidad, dosificando el esfuerzo e incluyendo períodos de descanso para compensar la carga física.
A medida que nuestra edad avanza, la dosificación del esfuerzo físico adquiere una mayor importancia, ya que la recuperación se vuelve cada vez más lenta, aumentando el riesgo de sufrir lesiones por sobrecarga de ejercicio.
A temprana edad el riesgo es diferente, ya que pasamos por alto las recomendaciones y en ocasiones resultamos con golpes, torceduras y otros malestares que resultan incómodos cuando los sufrimos.
En el caso de los ejercicios cardiovasculares (correr, caminar, andar en bicicleta, entre otros), pasamos de la explosividad a la resistencia, así en lugar de correr distancias cortas a toda velocidad, es mejor optar por alargar nuestros recorridos dosificando nuestros esfuerzo.
En cuanto al uso de pesas, es recomendable iniciar su uso ya en la adolescencia, y preservarlo incluso en la edad adulta, con rutinas siempre bajo la supervisión de un especialista, que determine el tipo de rutina, el peso, la frecuencia y los aparatos idóneos de forma individual.
También es importante advertir el tránsito del alto al bajo impacto, para conservar en buen estado nuestras articulaciones y evitar espasmos y dolores artríticos producto de un elevado esfuerzo durante la práctica de ejercicio.
La edad no es pretexto para no ejercitarnos, así que nunca es demasiado tarde para dejar de ser un simple espectador e iniciar un programa de acondicionamiento físico acorde a nuestro cuerpo, con resultados positivos que en poco tiempo saltarán a la vista de todos.
