Mantenerse en forma, comer sanamente, ir al gimnasio o practicar algún ejercicio regularmente, ya no es tan sólo una moda pasajera, es todo un estilo de vida que va más allá de perder peso o mejorar estéticamente el cuerpo como mera vanidad.
Son muchos y variados los factores que afectan la salud, por ello, con el tiempo, se ha tomado conciencia de la importancia de una alimentación sana, practicar ejercicio regularmente, no trabajar en exceso, evitar malos hábitos (como el alcohol o el cigarro), dormir las horas necesarias para que el cuerpo logre descansar, buscar actividades que ayuden a relajar al individuo y otras más.
El concepto de una vida sana no es subirse a una báscula, hacer una dieta que te mueras de hambre y matarte en el gimnasio para desaparecer todos esos kilos que te sobran. Hay que tener muy claro que una vida sana no es estar permanente delgado, sino saludable. Vivir sanamente implica cuidar el cuerpo en toda la extensión de la palabra. La salud está determinada en gran medida por dos factores: la genética y el estilo de vida. Contra la genética no se puede luchar, no se puede vencer, ni se puede evitar; lo que si podemos controlar es nuestro estilo de vida.
¿Por dónde empiezo?
Antes de que comiences a dejar de comer o pretendas ir al gimnasio 24 horas al día, hay que hacer una reflexión sobre lo que queremos conseguir, por ejemplo, si nuestra meta es bajar de peso, hay que consultar a un especialista en alimentación que te ayude a eliminar el peso extra sin arriesgar tu salud, o si ese peso deseas bajarlo ejercitándote, consulta a un instructor capacitado que te prevenga de posibles lesiones y te ayude a poner en forma esas partes que deseas.
Una adecuada alimentación no es prohibir alimentos y saltar comidas, es decidir inteligentemente qué alimentos son adecuados para ti, es saber cuanto de cada grupo alimenticio debes consumir y que evitar o consumir ya sea que desees mantener tu peso, disminuirlo o aumentarlo. Naturalmente, este tipo de decisiones no se pueden tomar a la ligera, necesitan la asesoría de un experto en la materia, es decir, un especialista en alimentación. Recuerda que no todas las dietas funcionan igual y tu cuerpo no es igual al de tu hermana, tu vecino o tu amiga. Cada cuerpo tiene requerimientos distintos, por lo que es muy importante tener la asesoría de un profesional que conozca a fondo el tema.
Hacer ejercicio puede ser tan sencillo como salir a caminar o nadar, hasta practicar algún deporte extremo o simplemente ir al gimnasio. La importancia radica en que ayudamos al cuerpo a quemar las calorías que consumimos diariamente, ayudan a prevenir enfermedades, a tonificar músculos, da energía, reduce el estrés y la depresión, ayuda a dormir mejor, entre otras muchas cosas más. Elige el ejercicio que mejor se adapte a tu estilo de vida, si los gimnasios no son lo tuyo, hay espacios para ir a correr o practicar ciclismo, practicar danza o yoga, hacer escalada o formar parte de algún equipo de béisbol, futbol o basquetball. Lo importante es que sea algo que te guste y lo vuelvas una actividad frecuente, y que al menos lo practiques tres veces a la semana.
Pero así como a tu cuerpo hay que ponerlo activo, también tienes que darle el descanso necesario. Trabajar en exceso, estar bajo presión, fumar o beber frecuentemente, no dormir las horas necesarias también afectan la salud de los individuos. Si tu rutina en casa es sentarte a ver televisión, busca alternativas como la lectura, tomar algún curso o buscar algún pasatiempo. Es probable que al llegar casa después de un día de trabajo, lo único que quieras es sentarte a descansar, pero romper la rutina y buscar nuevas alternativas para entretenerte, harán que tus tiempos libres sean más productivos, a la vez que te ayudarán a disminuir el estrés.