Realizar una actividad física se ha convertido en una necesidad para el hombre moderno, que ve en ella la salida al estrés que le provoca habitar las grandes ciudades, al tiempo de mejorar su apariencia para estar acorde con los mandamientos de los gurús de la moda.
Si bien las opciones para ponerse en forma son variadas, en general recurrimos a dos opciones básicas: el gimnasio y la práctica de deportes al aire libre.
Por un lado se encuentran el gimnasio, recinto dedicado al culto de los cuerpos perfectos, donde la competencia por lograrlo obliga a esforzarse hasta el límite, siempre bajo la supervisión de un instructor.
La otra cara de la moneda son las actividades al aire libre, como pueden ser correr, andar en bicicleta o simplemente caminar. Aquí la competencia es consigo mismo, en un entorno favorable para despejar la mente y entrar en contacto con la naturaleza.
¿Pero cuál es el mejor? Ambos tienen sus pros y sus contras, aunque también coinciden en que asumirlos como parte de nuestra rutina diaria siempre será positivo, ya que cumplen con el objetivo de crear el ambiente propicio para hacer ejercicio.
En el caso del gimnasio, sus principales ventajas radican en que es un entorno controlado, donde las condiciones climáticas no son impedimento para ejercitarse; aunado a esto, cuenta con especialistas en diversas disciplinas, que ofrecen asesoría en la programación de rutinas, supervisión del estado de salud, así como de los progresos individuales.
Dentro de las desventajas o contras que posee el gimnasio, se enumeran el alto grado de deserción, debido a situaciones tan variadas como la falta de dinero, el conformismo, la falta de adaptación a las rutinas y otras que tienen que ver con aspectos de índole personal, que van desde problemas de autoestima hasta pleitos con otros miembros.
La distracción es otros de los enemigos dentro del gimnasio. Por último se enumera la posibilidad de que el gimnasio deje de ser un factor motivacional para hacer ejercicio, para convertirse en parte de nuestra rutina, un sitio al que acudimos sólo por cumplir, como consecuencia de ser un sitio cerrado y, por ende, monótono.
Hacer ejercicio al aire libre siempre será una experiencia única, que se vive a través de los sentidos y se refleja al momento de subir a la báscula, o cuando nos ponemos nuestro traje de baño.
Las ventajas de ejercitarse al aire libre tienen que ver con el aspecto emocional, sobretodo cuando elegimos espacios abiertos en bosques o parques. Pero existen muchas desventajas que pueden arruinar nuestro plan de ponernos en forma.
La primera de ellas es el clima, ya que las condiciones que imperen pueden afectar nuestro rendimiento, e incluso hacernos ceder en el intento. Otro es la falta de supervisión al momento de ejercitarnos, y no hay que olvidarnos de los automovilistas, la contaminación y algunas mascotas.
La disciplina es factor fundamental para explotar al máximo las ventajas de hacer ejercicio en el gimnasio o al aire libre, ya que es el motor fundamental para tomar la decisión de salir de la cama y abandonar la rutina diaria, para vernos y sentirnos mejor.
