El movimiento independiente ha sido una bendición para la industria de los videojuegos. Su ascenso estuvo marcado en una era en que se construyeron los cimientos de lo que jugamos, disfrutamos o criticamos hoy. Mientras en la cima todo son intereses financieros, propuestas de juego procesadas y vendidas en masa como hamburguesas de cadena de comida rápida, en la escena indie existen, todavía, las condiciones para que cualquiera pueda hacer un videojuego, aunque eso en nada minimiza o modifica siquiera el largo y doloroso camino que implica. Tal es el caso, y la historia de Saviorless, el primer videojuego independiente cubano que ha salido al mundo.
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