Hace algunos años existían unos lugares mágicos llamados videoclubes. En ellos se podían rentar películas - originalmente en cinta y después en Laser Disc, DVD y Blu Ray - por un par de días o más. Seguramente conociste o has oído hablar de Blockbuster, que fue la última trinchera de esta forma de consumir entretenimiento. Digamos que era como una especie de paraíso para el cinéfilo y el amante de las series, las cuales también podías llevarte a tu casa si tenías suscripción. Dentro de este negocio había una sección en la que se vendían y rentaban videojuegos de manera más formal, pero ya desde la época de los famosos Videocentros, cuando las consolas de 8-bits estaban en su apogeo, podías alquilar algunos títulos y evitar gastar un dineral en un producto que, en el peor de los casos, fuera una basura injugable.
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